cuando, tras una vida de gozosa fidelidad al Señor y de entrega sin reserva a los hermanos, Madre Soledad Sanjurjo Santos responde a la llamada del Padre que en un lunes de Pascua, la llama a incorporarse para siempre, a la Luz sin ocaso de Cristo Resucitado.
De nacionalidad puertorriqueña.
Se educó con las Siervas de María e ingresa en la Congregación que amaba como hija.
Dedica su vida al cuidado solícito de los enfermos en Cuba. Nombrada Supriora Provincial de las Antillas, trabajará incansable por extender el Instituto en la República Dominicana. Abre un Noviciado en Ponce, Puerto Rico, donde se formarán numerosas vocaciones nativas.
Sus restos descansan en la capilla de la nuestra casa de San Juan, P. R.